15 de febrero de 2016

El Imperio del Fuego








Empezare dejando claro que a pesar de no ser una gran película, esta cinta se encuentra entre mis favoritas por el simple hecho de tener los mejores dragones que he visto, en cuanto a forma de representarlos. Parecen seres vivos, inteligentes, y predadores perfectos, como una plaga de fuego. Dejan de ser frutos de leyendas, inteligentes y malignos, para ser animales verosímiles.

Toda la mitología que se insinúa me fascina, la idea de que los dragones extinguieron a los dinosaurios y luego se echaron una siesta de millones de años es un tanto rocambolesca pero aceptamos barco como animal de compañía para poder meternos de lleno en un mundo apocalíptico, donde la humanidad, una vez más, ha vuelto a la Edad Media superada por un adversario al que no han sabido enfrentar.

La mayor parte de la destrucción que se ve en los títulos de crédito no es obra de los dragones, han sido los militares que se han dedicado a combatir con armamento nuclear hasta dejar el planeta como un páramo yermo, que curiosamente es el habitad perfecto para los dragones de este mundo.   Y tras esos créditos, que es de lo mejor de la película junto a la caza del primer dragón, vemos que nuestro protagonista, un Christian Bale antes del éxito de Batman Begins, ese de los pocos supervivientes del planeta y ahora la humanidad vive en pequeñas colonias en el campo, alejada de las ciudades, un verdadero éxodo fuera de las ciudades, que ahora es territorio de los dragones.

Todo esta construido para que veamos que hemos regresado a la Edad Media prácticamente, los habitantes del castillo en el que nuestro protagonista, Quinn, es el líder de un grupo de humanos que se dedican a cavar bajo el mismo, siempre cavando y creando un refugio en caso de ataque de dragón. Se palpa el miedo a ese enemigo que les ha exterminado sin contemplación. Me gusta esa atmosfera de constante peligro, pero se estropea en cuanto aparece un personaje que quiere llevar la contraria y exige ir a recoger la comida plantada en un huerto cercano, aunque Quinn le haya advertido de que es muy pronto y que podría atraer problemas.

Se supone que llevan años sobreviviendo de esta forma, a pesar del hambre los personajes deberían actuar con más cabeza de lo que dejan ver. Aunque considerando que esta temeridad nos da una escena bastante interesante, donde vemos por primera vez un ataque real de dragón, se lo puedo perdonar.

En realidad, la película no parece arrancar hasta la aparición de Matthew McConaughey, con uno de los personajes más interesantes y divertidos que le he visto interpretar, es una lastima que no hiciera más papeles como este, pues le veo bastante entregado como cazador de dragones. Su aparición es una escena de demostración de fuerza, se planta frente al castillo de Quinn con un convoy, con un tanque en cabeza y no pasa ni un minuto de conocer al protagonista que ya le deja claro que ha matado varios dragones, algo que se le supone imposible.

Y diez minutos después tenemos la demostración de que Denton Van Zan, el personaje de McConaughey, puede dar caza a un dragón, con la mejor escena, a mi entender, de la cinta. Desde este punto al clímax final la cinta parece perder el ritmo y se hace bastante lenta para mi gusto al tratar de darle más carga dramática de la necesaria en este tipo de película. 

Hay un par de escenas, la representación de El Imperio Contraataca al principio que me da la sensación de que nuestra cultura popular se convertirá en mitos y leyendas en ese futuro, y la actuación de Quinn para calmar a los niños durante el incendio, que mantienen el interés, pero el resto no están demasiado bien ejecutadas como para que quiera verlas. 

Después tenemos la revelación de que los dragones se basan en un único macho para toda la población, algo que carece de sentido dado el mimo con el que han querido tratar a estos seres para que parezcan reales, pero que sirve para que la lucha final se diferencia de la caza a un dragón cualquiera. 

Pero entonces Van Zan va a buscar al macho y tiene la escena más absurda de la película, todos sus hombres son masacrados quedando él y su piloto. Sé que a nivel de guión lo hacen para que Quinn entre en esa caceria y se enfrente a sus demonios, pero si has dejado claro que Van Zan tiene bajo su mando a gente capaz de cazar decenas de dragones, no tiene sentido que los mates con una única pasada y no se contraataque ni una sola vez. Es un recurso muy mal ejecutado. Podrían haber lanzado a cientos de dragones contra ellos; diez minutos después vemos que Londres esta repleta de ellos y habría quedado mucho más espectacular, o al menos más realista la caída de Van Zan para que tenga que retroceder y pedir ayuda a Quinn.


Y tras esta escena viene otra a la que todavía le doy vueltas, el macho encuentra el castillo y lo destruye, muy espectacular pero no tengo claro como llega a la conclusión ese animal de que su enemigo proviene de allí. Además, hace muy poco que han dicho que los dragones son ahuyentados por el olor de sus muertos y justo al lado del castillo esta el cadáver de la dragona cazada por Van Zan. De nuevo, un recurso torpe para hacer que Quinn tenga que ir con Van Zan a Londres para matar al macho. 

Y entramos en un final donde lo mejor y lo peor de la cinta sale a la luz. Tenemos escenas impresionantes, al macho recreado con mimo y cariño, y a nuestros héroes decididos a acabar con la amenaza. 

Pero al mismo tiempo tenemos los peores efectos, y un clímax acelerado que deja con ganas de más y con la sensación de que el director no sabía muy bien como terminar, pues antes de llegar a Londres, muy convenientemente todos los dragones menos el macho, se marchan de la ciudad. 



Veamos como ejemplo la escena que hay justo encima, el dragón esta perfectamente integrado con el entorno, cada centímetro de su cuerpo parece estar en la escena, incluso Quinn parece más pegote que él. Pero en la misma escena tenemos esto: 



Un fondo verde tan cutre que te llevas las manos a la cabeza. Y no es el único efecto que chirría. Tengo la sensación de que la película contaba con un presupuesto que le fue recortado vilmente, o que el equipo de efectos especiales prefirió crear algo único con los dragones, porque salvo en la introducción con un joven Quinn en el metro de Londres, no hay una sola escena donde los dragones parezcan un monigote animado. El resto de efectos digitales parecen de cartón piedra. 

Pero volvamos al clímax apresurado, tras crear tensión con la perdida de las flechas explosivas que van a usar para matar al macho, y tras la muerta más heroica y estúpida de la cinta con Van Zan lanzándose hacha en mano contra un dragón de veinticinco metros, Quinn logra disparar una flecha al interior de la boca del dragón que estalla. 

Un fundido en negro después, esta Quinn y su pareja arreglando una estación de radio, todos felices y contentos y dejando claro que los dragones por una misteriosa razón se han muerto de golpe. Mencionan que llevan meses sin ver ninguno, y de nuevo el guión hace de las suyas cargándose su coherencia interna, si esos animales han invernado durante millones de años y se extienden como una plaga, el asesinato del macho lo único que haría es evitar que se reproduzcan, pero los cientos de miles de dragones vivos en el mundo no se van a morir de golpe. 

En realidad, a pesar de mi gusto personal por esta cinta, no deja de ser una película de serie B. Tiene un reparto que actualmente sería de lujo, es solvente y entregan una actuación decente. Los efectos especiales y la recreación digital y en maquetas a escala real de los dragones es espectacular. Pero sigue siendo serie B, su guión entrega una premisa muy interesante, ideas  que bien enfocadas darían mucho juego, pero el guionista no sabía como concluir la historia y se dedicó a improvisar. 

Y la verdad, no me extraña el resultado, el director no es conocido por su buen hacer, asentado en la televisión, la mayoría de su obra cinematográfica podría definirse como una serie B con un lavado de cara. Es el autor de Elektra, no es buena señal. Aun con todo seguirá gustándome, un placer culpable al igual que Dragon Wars, para pasar una buena tarde si decides dejar el cerebro en modo avión. 

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