6 de febrero de 2016

El Cuervo de Roger Corman

El doctor Craven, hijo del mago más poderoso del mundo, lamenta la marcha de su esposa Leonore a la otra vida con los versos maravillosos de Poe recitados por sus entristecidos labios. De pronto un cuervo se posa en la ventana, cuela su oscuro y emplumado cuerpo en la mansión. Rezonga y se queja sin parar alegando ser en realidad el doctor Bedlo que ha sido maldecido en un duelo mágico con el perverso mago Scarabus. Una vez devuelto a su forma Bedlo ve un retrato de Leonore y le dice a Craven que ha visto a esa misma mujer en la mansión de Scarabus. Juntos van a dicha mansión en busca de la verdad.  

Vincent Price derrochando carisma. Eso sería suficiente para que esta película fuera de obligado visionado. Pero además tenemos a Roger Corman tras la camara. Uno de los primeros papeles de Jack Nicholson. A Boris Karloff como un villano jugueton y perverso. Sin olvidar que estamos ante una adaptación (Muy libre) de El Cuervo de Edgar Allan Poe. 
Este hombre no puede hacer un papel cuerdo ni borracho.
Tiene una introducción un tanto psicodélica, pero con la narración de Vincent Price, el cual recita el texto original de Poe de El Cuervo. Esos primeros diez, veinte minutos van verso a verso a lo largo del relato. Pero el director sabía que no tenía mucho que hacer con un relato tan corto, así que se saca de la manga una historia de magos, de poderes usurpados, fuerzas tenebrosas y trucos de salón. Aparece en pantalla el cuervo, y es más parlanchin de lo que recordamos. Su mítico Nunca Más se ve aumentado a la verborrea de un doctor un tanto egocéntrico y creído, Bedlo, interpretado por Peter Lorre.

Vincent Price hace el papel de doctor Craven, el afligido esposo que ha perdido a su Leonore y debe cargar con Bedlo. Primero como cuervo y después como un insaciable hombrecillo que no para de hablar y pedir. Curiosamente la película se aleja del terror y abraza con todas sus fuerzas un humor desenfadado. No se olvida de su origen, pero no le presta tanta atención como a los momentos desenfadados. O tal vez el tiempo le ha dado esa nueva capa, y no era el plan original. Prefiero pensar que Roger Corman quería que disfrutase con una sonrisa de esta historia tan divertida. 


Y es que vas a tener esa sonrisa durante los escasos ochenta minutos que dura. Ochenta minutos en los cuales la cinta no se queda quieta. Empezamos con el poema. Aparece el cuervo. Hay que transformarlo. Descubrimos que Leonore puede estar viva. Somos atacados por nuestro leal cochero. Viajamos al castillo de Scarabus. Allí parece que Scarabus es bueno. Luego sospechamos. No sabemos que pasa. Lo sabemos. Tiene un ritmo envidiable. Nunca podrás aburrirte. 


Hasta que llega el duelo. En ese instante todo estalla y nos convertimos en niños viendo la lucha de dos magos increíblemente poderosos: Scarabus y Craven. Pero no por ello se enfrentan groseramente con fuego, piedras y rayos. Aquí se agudiza el ingenio ¿Recordáis el duelo entre Merlín y Madame Mim en Merlín el Encantador? Esta es la versión en imagen real. No es tan espectacular, no veremos a Scarabus transformado en un dragón morado, pero el ingenio y la diversión son equiparables. Impagable el momento en que Craven se eleva sobre Scarabus y le tira huevos a la cabeza.


Ese duelo es tan creativo y esta hecho con tanto arte y mimo que es imborrable. Una vez lo ves no lo olvidarás nunca. El resto de la cinta puede caer más o menos en el olvido con el tiempo, pero ese duelo se quedará contigo de por vida, cada vez que pienses en un duelo mágico, te volverá la imagen de Scarabus con yema de huevo cayéndole por la frente. 

Si te gusta Vincent Price no dudes en echarle un vistazo.

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